Hoy estuve pensando en el verbo enchilar. Un verbo que jamás había oído ni usado antes de vivir en
El Paso. ¡Qué maravilla de verbo! En realidad el verbo es enchilarse, porque siempre que lo he oído o usado es en el modo
reflexivo: se enchiló, me enchilé, etc. Justamente este modo reflexivo lo hace
más interesante, porque a pesar de que es por el chile (o ají) que uno siente que
el picante lo sobrepasa, cuando digo “me enchilé”, asumo la responsabilidad del
haber comido el chile. Responsabilidad compartida digamos.
Supongo que en Uruguay la gente no se enchila, porque
la comida no es picante, o si se enchilan reaccionan diferente. Y nuevamente el
lenguaje es el que nos dice qué pensamos los uruguayos del picante: En Uruguay
y otros países, a una variedad de chile bien picante se la llama ají putaparió. Otra maravilla del
lenguaje.
En un poema, “El carnaval más largo del mundo”,
escribo que: “Un ají putaparió para poder maldecir / es mejor comerlo en el
cono sur / se traduce la picardía en la lengua”. Pero viviendo en El Paso,
aprendo que la picardía en la lengua la encuentro con otras palabras también,
de otras formas –distintas pero tan espectaculares.