“Like a
photograph, she cannot say what she lets me see. She is an embodied secret.”
Esto es de un libro que estoy
leyendo, pero quiero atreverme a sacar esta oración del contexto y leerla así,
sola.
Y claro que no queda sola por mucho
tiempo porque enseguida se ata y se mezcla con un montón de otras cosas, como
por ejemplo, esa caja de zapatos llena de fotos que tienen mis abuelos maternos en su casa.
Vuelvo a esa caja obsesivamente cada
vez que voy a su casa. Cada vez me subo a la escalerita y la bajo de su lugar, en un ropero, en un estante bien alto. La llevo conmigo a la mesa de
la sala donde están sentados mis abuelos. Ellos ya saben que a mí me gusta
hacer eso, que me gusta abrir esa caja, me gusta investigar esas fotos. Lo que
más me gusta, sin embargo, son las historias que ellos me cuentan, las que
vienen atadas a cada foto, o las historias que lamentablemente no tienen una
foto que los represente, los ilustre.
Suena más fácil de lo que es. Uno
se pensaría que le muestro la foto a mis abuelos y ellos enseguida empiezan a
hablar, a contar. Pero no. Tal vez empiecen a contarme algo, pero tal vez
termine rápido, como eso captions demasiado cortos que nos dejan con ganas de más.
Como dice la frase que encabeza
este post, las fotos me dejan ver
cosas que mis abuelos no me pueden decir, o que por lo menos, no me lo van a
decir sin que yo los ayude a hilvanar. Tengo que mirarlas bien, las
expresiones, los ojos de las personas, los detalles. Tengo que mirarlas bien para
saber qué preguntar y cómo.
El detalle, por ejemplo, de que la
foto del casamiento de mis abuelos no muestra los pies de mi abuela. Un
detalle, pero que si no hubiera preguntado por él, no sabría hoy que fue a
propósito esa toma, porque así no se veía que mi abuela no tenía zapatos de
novia.
Mis abuelos son “embodied secrets”, hay tanto más que me
gustaría saber de ellos. Con ellos estoy aprendiendo a mirar, saber mirar para
poder escuchar.
Esas cajas (en mi casa también hay) funcionan como una ventana. Asomarse requiere curiosidad, valentía y el deseo de cuidar la memoria, esa parte de nosotros que sucedió antes de que estuviéramos.
ReplyDeleteMe encanta.
ReplyDelete¡Gracias, gaviota!
ReplyDeleteHadita, estoy de acuerdo con Ud.