Era fácil calcular tu edad, y la
mía. Nos llevábamos 30 años casi completos. Nosotros alcanzamos a completar 34
años juntos. Cuando antes lo fijo era el 30, ahora lo fijo es 64. Tenías 64 cuando te moriste. Los 34, de alguna forma también quedaron, sino fijos,
marcados. Se perdió la referencia y el cálculo. Se perdieron tantas cosas. Te
perdí. Ya no sé qué quiere decir un 14 de junio. Es la falta de tu cumpleaños,
y sin embargo, se sigue acortando la edad entre nosotros—esa es la tarea del
mío. Ahora entiendo lo que me enseñaron en la escuela sobre las cosas
directamente proporcionales: eran los primeros indicios de ironía. Se acorta la
diferencia de la edad entre nosotros; crece el número de años que pasan sin
vos. Todos estos cálculos, nada más que una forma de poder articular lo que
duele, adentro. Quién iba a decir que los números cobrarían tanta importancia. Y
el 14 de junio, sigue estando en el calendario. Vos seguís estando en mí todos
los días. Días distintos. El 14 de junio siempre tan cerca del Día del padre,
como el 4 de agosto siempre tan cerca del Día del niño.
Como te imaginarás Laurita este día marca una gran ausencia para mì también...
ReplyDeleteCada uno a su manera pero el sentimiento es similar
Beso grande y gracias por tu senibilidad que reconforta
Eduardo
abrazos, Eduardo.
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