Hoy, que es parte de esta semana en
que todo va corriendo a mil y yo trato de seguirle el ritmo, comí moras
(blackberries). Creo que fue una elección muy indicada, aunque admito que
cuando decidí comerlas no sabía que iba a pensar esto.
Las moras son jugosas y blanditas.
Llaman a hincarle el diente. Llaman también a jugar con la forma—esos globitos,
como si la mora fuera un conjunto de individuos y a todos hay que darle su
debida atención. Pero la mora exige atención a otro nivel también porque tiene
unas semillitas que sólo salen a relucir en pleno entusiasmo de la masticación.
Estas semillitas, como detalles imprescindibles, son las que me obligan a
masticar con calma. Son con las que en cámara lenta aminoro la marcha y marco
un nuevo ritmo. Un ritmo que me sienta mejor.
Habrán los que se sientan audaces,
comiendo las moras rápido. Una tras otra, los dientes rasgan, muerden,
destrozan. Yo prefiero poner en práctica mi atrevimiento de otra forma;
prefiero atreverme a intimar con las moras; prefiero saber morar en cada
momento.
Linda mora-leja de los ritmos vitales, Laura.
ReplyDelete:)
ReplyDeleteYo prefiero demorar en la morada, y sí, también demorando en la mora, Abrazo a todos y todas
ReplyDelete